Una vez más el musical de Pepe Cibrián Campoy deslumbra, entretiene y ofrece un imponente despliegue de talento y creatividad. En el marco de la Navidad, un hombre avaro, en los umbrales de la muerte, se encuentra con los fantasmas de su pasado y acepta el presente y a su nieta, la continuidad de su propia vida. La obra desmitifica la muerte y plantea un desafío para entender que la vida o lo que quede de ella, vale la pena de ser vivida de la mejor manera, ya que toda transformación es posible.

Acompañado por la talentosa Georgina Barbarossa, quien interpreta a La Parca —una muerte glamorosa y pícara— y a Matilde — la esposa de Lord, con aires españoles y una gracia deslumbrante— y por un grupo de jóvenes artistas que actúan, bailan y cantan con solvencia: Gustavo Monje como Jonás, su empelado; Ignacio Monna como Patrick, el difunto socio; Damián Iglesias como Martín, el yerno; Diego Bros como Madame Future, una travesti que adivina el futuro; Belén Pascualini, su hija Adela: Jimena María González, su nieta; Emiliano Oberndorfer, el niño Lord; Alejandro Gallo, el presentador, y Rosana Laudani como Bernardette, el autor y director con la codirección de Valeria Ambrosio sorprende al público a lo largo de casi dos horas de muy buen teatro.

Con música original y dirección musical de Santiago Rosso y una escenografía que contiene y convoca la mirada del espectador a cargo de Jorge Ferrari así como el excelente diseño de vestuario de Alfredo Miranda, el diseño de luces de Juan García Dorato y de sonido de Gastón Briski y Coreografía Juan José Marco, Lord es una invitación a vivir cada instante como si fuera el último.